No es que exista una jerarquía de crímenes contra la
humanidad, pero la desaparición forzada de personas es de lejos uno de los
peores tormentos que se puede imponer a colectivos sociales en cuanto a que el
sufrimiento no es solamente el resultado de una muerte que toca la puerta de
familiares y amigos de alguien sino que se dirige como instrumento de
destrucción masiva - ya no sólo sobre objetivos políticos definidos -por parte
de un poder totalitario con o sin dictaduras oficiales, en democracias civiles
o en regímenes militares-... se trata de un dolor colectivo pero muchas veces
no compartido; nos concierne a todos pero no todos lo comparten. Los medios
concentrados de información parecieran colaborar en la brutal empresa que ni
siquiera resiste el adjetivo "mortal”: desaparecen la desaparición... La
teoría-orden del mariscal Nazi Wilhelm Keitel: "Noche y niebla"
consume cualquier rastro, cualquier vestigio de vida y muerte del
detenido-desaparecido. Mucho se puede decir de los modus operandi, de la
dinámica de un crimen que los resume a todos y que es peor que la muerte, pero,
a veces, sin pretenderlo , hablar solamente
desde visiones políticas desintegra más el lazo social porque no se deja
escuchar al dolor, a la angustia ... se rompe la Confianza en lo otro, somete a
una tortura espiritual -y corporal- a los que le arrebataron no sólo un cuerpo
sino también un alma; para los grupos en los que interactuaba el desaparecido
no hay descanso, tampoco para el alma perdida... Con todo, la terrible incertidumbre que
lacera los lazos culturales y sociales de los espacios en los que cohabitaba el
desaparecido cede por una fuerza
moral que nace de la aflicción misma; el
caos planificado por los canallas da lugar a un nuevo orden: el del dolor ;
crueldad que anuda pesares pero que por lo mismo va re-anudando vínculos afectivos, de re-conocimiento entre sujetos …
dolor que no es duelo sino que lo busca con cada búsqueda –riesgosa y sin
brújula- de los cuerpos arrebatados de
la vida y de la muerte. El dolor, al concernir colectivamente – al menos a los
familiares, amigos y compañeros del desaparecido- forja espacios para el re-conocimiento nacional y aún mundial de una realidad
nublada por los instrumentos del poder del capital; desde allí se parte para
recuperar nombres, personalidades, historias, memorias…para honrar legados y luchas.
En el caso de la Desaparición Forzada de personas han sido los mismos dolientes que no han
querido callar su dolor quienes han venido organizando formas de luchas social
para orquestar demandas de Justicia; se trata de una gesta incluyente, vinculante, en aras de reparar
los lazos sociales desde los encuentros afectivos, comienza con el recibo de un
“algo” que queda, de un “algo” de los
desaparecidos que no ha se ha podido desaparecer. En un primer momento ese objeto fue el ideario, las banderas
políticas, los reclamos de justicia que dejaban la voz y el eco de quien era
desaparecido, luego cuando el crimen no discriminó posturas políticas ( en el
caso colombiano) tan sólo fue el Amor;
así que siempre queda una pista, una huella, un “algo” del desaparecido
que la asepsia fascista de la eliminación de toda partícula que dé cuenta de un
lugar para el desaparecido no puede borrar de los archivos de la ejecución del acto criminal: el amor , un amor que guía
el dolor hacia el encuentro de la
memoria histórica y que supera el terror
de Estado y/o de los para-Estados.
No es esta una elucubración de quien escribe, es la
manifestación de los familiares de Detenidos Desaparecidos en Colombia
agrupados en una Asociación: Asociación de Familiares de Detenidos
Desaparecidos (ASFADDES). E l dolor y el amor, unidos, como fuerza que avanza
aclarando la manigua que oculta los cuerpos y las almas para quienes no hubo
Derecho alguno - ni siquiera el de abrazar las lágrimas de los suyos-, de
quienes no han sido orados (sean cual fueren los ritos de despedida). Pero a los
no “orados”, las luchas sociales les dejan hablar; los movimientos de familiares,
amigos y compañeros les dan un lugar en el lenguaje; los silencios de las fosas
ocultas gritan en la voz de quienes siguen la búsqueda (en Colombia el crimen
no se ha cometido mediando centros de detención
clandestinos, la detención ha sido seguida por la tortura y/o el homicidio y la
inhumación en fosas. Actualmente el delito reviste una nueva modalidad: la
aparición de los cuerpos en lugares alejados de donde fueron detenidos y su
presentación por los militares y
autoridades civiles como “guerrilleros muertos en combate” -los mal llamados “falsos positivos” por los
medios concentrados de información-).
A estas organizaciones sociales las ha asociado el dolor - antes que
cualquier reivindicación política- y las
ha fortalecido el Amor, ya no sólo por cada desaparecido, sino por lo otro, por
los otros… por el coraje
compartido. En este escrito no va
anotada ninguna estadística, porque como en la obra de José Saramago, “Todos
los Nombres” no caben en los archivos oficiales ni en los registros de vidas o
muertes de las oficinas estatales. Los registros se pierden con las fichas
administrativas y el nombre del Desaparecido que se quiere hallar marcha en las
calles contra el olvido obligado por el terror, haciéndonos saber que a todos
nos concierne. Las almas en pena claman por justicia y siguen revelando las
huellas de su viaje cuando se derrama amor sobre los rincones
que han sido blancos de la oscura asepsia de los canallas.
Saludos solidarios a las Madres de la Plaza de Mayo, a los
movimientos de HIJOS en Argentina y Colombia, a ASFADDES , a las Asociaciones
de México , de todo el continente, del mundo entero. Su amor sigue haciendo hablar los silencios de
las fosas…
León Plata .