miércoles, 18 de febrero de 2009

sobre : "La psicología y la ideología de la seguridad"

En Colombia la palabra "fusilar" cuenta con acepciones variopintas que van desde lo más oprobioso y sanguinario hasta lo más lúdico e infantil; por ejemplo , los niños practican un juego callejero denominado "fusilados" , mientras que muchos adultos juegan a fusilarse con balas reales. También hay otros fusiles intangibles con los que algunos sectores quiebran los ánimos y los cuerpos de ingentes masas de población, queman cerebros, disparan miedos con un traquetear de falacias armadas en los circos mediáticos. Pero tal vez la siginificación menos voraz corresponde a la actitud de los estudiantes que copian un artículo entero en sus trabajos e informes académicos, pero citando debidamente al autor; no se trata del "copy-paste" tan usual en esta era del ciberespacio; más bien de un vivo interés por reproducir información relevante sin modificar de forma alguna el estilo y la forma de un escrito determinado. Pues fusilemos; otra vez tomemos un artículo prestado del blog El Diván, de una tema vital para este blog: las relaciones de la ideología con la psiquis. Con el debido respeto, ahí va:

La Psicologia y la ideología de la seguridad

Elisabeth Roudinesco es una importante psicoanalista francesa; es historiadora del psicoanálisis y biógrafa de Jacques Lacan. En el texto que publicamos a continuación, Roudinesco denuncia la utilización de los tratamientos de salud mental como una herramienta de represión y "la transformación de los profesionales de la psiquis en agentes de seguridad".

Desde hace tres décadas, los estados democráticos se apoyan en la ciencia para gobernar a los pueblos. Si bien esta política permitió prevenir, cuidar y curar exitosamente las enfermedades orgánicas, y mejoró magníficamente nuestra vida cotidiana, no obtuvo resultados tan contundentes en el campo del sufrimiento psíquico.

Ni el estudio de los genes ni el de la plasticidad cerebral lograron aún alumbrar tratamientos eficaces para las enfermedades mentales y tampoco permitieron acabar con esas "enfermedades existenciales" como las neurosis, depresiones, angustias, pasiones, adicciones, voluntad autodestructiva, etc. A lo sumo se ajustaron medicamentos para el espíritu (o psicotrópicos), que contribuyeron a que los sicóticos puedan vivir en el seno de su familia y, sobre todo, han aportado tranquilidad a aquéllos que podían ser peligrosos para sí mismos, para su entorno y para sus empleadores.

Pero esta empresa tiene un precio. La gestión de las poblaciones por medio de la medicina y la biología ha favorecido la eclosión de una ideología de la seguridad, consistente en reducir a cada ciudadano a un miserable montoncito de neuronas sometido a todo tipo de evaluaciones. El sujeto político, heredero de Las Luces, ha sido sustituido por el hombre comportamental, cuantificado, cosificado, sometido a una norma tiránica y al cual se otorga una identidad religiosa o étnica, mientras se burlan de los compromisos universalistas juzgados peligrosos, como el Mayo del '68: querer cambiar el mundo o luchar contra las desigualdades.

Así se oponen dos concepciones del hombre. Una, frecuente en la filosofía anglosajona, preconiza que el sujeto sea "naturalizado" para volver al mundo de la animalidad: el fin de la excepción humana. Y para ese sujeto, que no debe ya pensar sino obedecer, sólo son indicados, si sufre, tratamientos rápidos, evaluados por expertos y que actúan por adiestramiento sobre comportamientos visibles. Nada de siquismo, el sujeto naturalizado sólo tiene derecho a medicamentos, por un lado, y a terapias cognitivo-comportamentales (TCC), por el otro.

La otra concepción, salida de la tradición europea continental- fenomenología y psicoanálisis-, considera por el contrario que para tratar el sufrimiento del alma, los acercamientos llamados "dinámicos" o "relacionales" más prolongados, son necesarios para acompañar o no los tratamientos químicos, en tanto la palabra aleja al hombre del animal.

La adhesión de los Estados a la ideología de los peritos, vehiculizada hoy por distintos organismos de salud (Instituto Nacional de Salud y de investigaciones médicas o Inserm, agencias de evaluación, comités de examen médico preventivo, etcétera) explica los conflictos acaecidos en los últimos años en Francia.

Los medios les dieron el nombre de "guerra de los psis": abarcan entre 5 y 8 millones de personas, tratadas tanto con medicamentos como por diversas terapias.
La primera crisis tuvo lugar en octubre de 2003, cuando Bernard Accoyer, aunque defensor del psicoanálisis -y actual presidente de la Asamblea Nacional- logró hacer votar, en nombre de la "seguridad" de los usuarios, una enmienda a una ley de salud pública que reservaba el ejercicio de psicoterapia a los diplomados en medicina o psicología, lo que autorizaba a un ortopedista a curar las angustias, es decir a un panadero a ser cerrajero. (...)

Después de la remoción de tres ministros de Salud (...) un cuarto ministro, Roselyne Bachelot, no sabe aún si va a lograr escribir los decretos, cuando ella misma sostiene un plan de rastreo (o diagnóstico precoz) que posibilita el aumento del consumo de psicotrópicos, haciéndole creer a cada sujeto en estado de tristeza que es un enfermo mental.

En septiembre de 2005 fue la aparición de un ‘Libro negro del psicoanálisis', despliegue de odio contra Freud, seguido inmediatamente por el anuncio de un nuevo peritaje del Iserm que provocó la justificada ira de los psiquiatras infantiles. Privilegiando un modelo genético, este estudio veía en el nerviosismo excesivo de los bebés los signos precoces de la delincuencia social. Es decir que se le pedía a cada padre que fuera el detector de su progenitura. El petitorio "Ningún cero en conducta para niños de tres años", lanzado por Pierre Délion, reunió 200.000 firmas.

Después estuvieron los propósitos, por lo menos desubicados, de Nicolás Sarkozy, sobre el carácter genético-hormonal del suicidio y de las desviaciones sexuales. Y finalmente hubo, en mayo de 2007, la voluntad del poder estatal de utilizar los test de ADN para controlar a los inmigrantes, despreciando así los derechos humanos. A esto se agregó, como frutilla del postre, la propuesta hecha por la ministra de Justicia de juzgar a los locos criminales, incapaces sin embargo de comprender el significado de sus actos.
Si la ideología de la seguridad se desplegó en el campo de los ministerios de Salud y Justicia, se propaga también en las filas de los funcionarios de la educación nacional.

Desde hace cuarenta años se enseñan en los departamentos de Psicología formaciones clínicas que se reclaman del psicoanálisis y que están amenazadas ahora por peritos salidos de la psicología experimental o cognitiva. Una vez más se les pide a los especialistas opinar sobre lo que desconocen: un panadero juzga a un cerrajero. De allí, el conflicto de intereses, ya que estos peritos adhieren a una concepción de la subjetividad contraria a la de la clínica.

Frente a este avance de la manía evaluadora, los docentes involucrados lanzaron, en junio de 2007, un petitorio "Salvemos a la clínica", que recogió más de 10.000 firmas. Iban en el mismo sentido que Jacques Alain Miller, organizador de los foros destinados a luchar contra los daños provocados por los peritajes. (...) las autoridades del Estado deben pronunciarse claramente sobre esta cuestión civilizatoria. ¿Va a continuar el sometimiento de los investigadores a peritajes inoperantes y la transformación de los profesionales de la psiquis en agentes de seguridad?

¿Se va a continuar con una política que nos aleja de la tradición humanista de Europa? ¿Se va a erradicar a Freud de los departamentos de Psicología en un país que, sin embargo, vio nacer a algunos de sus más brillantes intérpretes, reconocidos en el mundo entero? El debate está abierto.

Élisabeth Roudinesco*
* Elizabeth Roudinesco es directora de investigaciones en el Departamento de Historia de la Universidad París-VII. Publicado en Le Monde, 19 de enero de 2008.

Enormes Gracias a "El Diván"

Y como dice un gracioso periodista colombiano:¡ "recuerde , no se que callado, comente! hágalo haciendo click aquí.

domingo, 1 de febrero de 2009


La desconfianza por la tan promocionada espiritualidad post-moderna o lo que es casi lo mismo, o lo mismo, la nueva era, generan en mi una suerte de rechazo automático por todo aquello que huela a medioevo. No hay fórmulas mágicas ni sofisticados rituales que operen como generadores de felicidad instantánea; tampoco drogas ni ungüentos. Llegó a mis manos un libro Cristiano por donde se vea, y opté por dar la respuesta automática a quién me lo ofreció: ¡respete hombre!. Igual se quedó en mis manos y para no pasar por intransigente, espolvoreé unas páginas al azar, y vaya sorpresita la que me voy llevando: ¡es un libro de denuncia social! Vamos que se llama " En Busca del Hombre Herido", quién hubiera pensado lo loable de su trasfondo. La espiritualidad, de plano, es inobjetable en sus letras, pero no obedece a truculentos mandatos del más allá, más bien cuestiona los del más acá: la sociedad de consumo como causante de heridas emocionales. El homus religioso se pinta sin misterios en este libro escrito por tal vez un cura, tal vez un laico, no es de la Teología de la Liberación, o quizás entre líneas sí lo sea, bueno, anti Vaticano habrá de ser, aunque supongo que cuenta con el aval de las cumbres del Catolicismo ( más altas que el cielo) para publicar un libro con la Editorial que aparecía impresa en mis libros de Religión de la Secundaria. EMILIO L. MAZARIEGOS firma este libro que hasta literariamente es correcto; quienes frecuentan las librerías Católicas tal vez sepan mucho más de él. Yo transcribiré uno que otro apartado, después de esta descompuesta pseudo-reseña, quizás uno que otro amigo los lea y sea de gran provecho:

Samaritano del Hombre Manipulado (fragmentos):

Cuando el hombre no tiene convicciones firmes, es presa de cualquier manipulación. Es el hombre marioneta que actúa movido por unos hilos que manejan unas manos invisibles. Es el hombre fotocopia que prefiere "algo" de otros, a elaborar sus pensamientos en un papel en blanco sobre el cual dejar sus ideas.
(...)Es el hombre que no tiene una "actitud crítica" ante los hechos y los acontecimientos. El hombre crítico no se deja llevar por las ideas de nadie.. No cree en las cosas por que fulano lo ha dicho; no cree porque la " mayoría" así piensa, "sin pensar". El espíritu crítico sabe analizar e ir al fondo, a la raíz de los hechos.

Tal vez sea la televisión la gran manipuladora de hoy. Ese "dios-falso" que tiene un altar bien centrado en cada hogar; y que ahora está entrando en lo más íntimo y reservado del hombre: su habitación. Es como prostituir ese lugar..

(...) Otra manipulación de los Medios es la del "poder". Los que tienen poder político, o social, o económico o religioso. Los poderosos son los dueños de la sociedad de hoy. Los poderosos marcan pautas, crean esclavos, manipulan la sociedad. Son como grandes pulpos que con sus garras dominan y controlan todo. ¿No es ésto lo que hoy llaman "globalización"?

(...) Todos esos "postizos" en los que el hombre entra, a la larga, le irán dejando los pozos de la baja autoestima. No valgo por lo que tengo, tampoco por lo que gozo, ni por lo que puedo ni parezco. Valgo por lo que en verdad soy. Es un reto a sacudir tanto lastre. Un desafío a vivir desde la propia ORIGINALIDAD y RADICALIDAD.
Fragmentos tomados del Capítulo 8 del libro citado, páginas 103-108. Ediciones Paulinas.

Epa, amigo, deje un comentario, el que quiera; se agradece
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